Click on image to return to blog page.

Abuelita Su casa siempre estaba ordenada y limpia hasta brillar. Su moda de vestirse mostraba la misma manía por las apariencias. Había dos gatos de porcelana cuidando la escena con miradas sonrientes pero medio amenazadoras, desaprobando el desmadre que echaban los nietos con sus juguetes desparramados sobre la alfombra impecablemente blanca. Paulatinamente su mundo se iba derrumbando: manchas en la alfombra, pasteles inclinados, olores desagradables. Luego la trasladaron a una residencia de ancianos y tuvieron que poner los muebles en un depósito; los gatos se quedaron ahí en cajitas de cartón, privados de su trabajo de vigilancia.